Pasajeros del Titanic #9 : Dickinson, Helen Bishon y su mascota Freu Freu
Historias y más historias, eso es lo que a día de hoy nos sigue proporcionando el trágico suceso del hundimiento del famoso transatlántico RMS Titanic. Hoy conocemos a un matrimonio de primera clase que estuvo presente en el único viaje del buque:
Dickinson y Helen Bishop.
Dickinson, “Dick”, como solían llamarle sus personas más cercanas nació en el seno de una familia de empresarios adinerados el 24 de marzo de 1887 en Michigan. Sus padres eran George y Virginia Bishop.
Dick se casó a los 22 años con una joven llamada Mary Beckwith Lee, una rica heredera. En el año 1910 el matrimonio dio como fruto a una niña que murió a los pocos días de nacer, al igual que su madre, que falleció 13 días después de dar a luz.
Un año más tarde Dick rehízo su vida y se casó con nuestra otra protagonista: Helen Walton.
Helen también pertenecía a una familia adinerada. Tenía 19 años cuando se casó con Dick. Después de la boda, ambos disfrutaron de una luna de miel que duró 4 meses. Recorrieron Europa, Argel y Egipto. Durante su paso por Florencia, Helen se enamoró de una perrita en un escaparate. Se dice que era un Caniche Toy, aunque también hay quien cree que podría tratarse de un Bichón boloñés.
A Dick no le entusiasmaba el perro, pero dado que hacía pocos días habían sabido que Helen esperaba un hijo, le regaló el perro a su esposa. Le pusieron el nombre de “Freu Freu”. Cuando el viaje llegaba a su fin decidieron retrasarlo un poco para poder volver en el viaje inaugural del Titanic. Abordaron el barco en su escala en Cherburgo, ocupando el camarote B-49 de primera clase, con un coste aproximado de 6.000 dólares actuales.
Helen estaba encantada, aquel buque era extraordinario y muy lujoso. No obstante, los pasajeros que viajaban con mascotas debían llevarlas a la perrera, situada en la cubierta F. Al llegar allí, el carpintero del barco, también encargado del bienestar de los animales durante el viaje, John Hall Hutchinson, le dijo a Helen que un animal tan precioso no debía viajar en la perrera (aunque esta era muy confortable, incluso tenía calefacción). De esta manera Freu Freu se quedó en el camarote de los Bishop.
La noche del choque contra el iceberg, el 14 de abril de 1912 Helen ya se había retirado a dormir. Dick seguía en su camarote, leyendo. Se produjo el choque y, pasados unos minutos alguien llamó a la puerta y les dijo a ambos que subieran a cubierta. Una vez allí los oficiales les indicaron que podían volver a sus cabinas, no había nada de que preocuparse.
La pareja volvió a su camarote y se dispuso a dormir. En ese momento llamaron de nuevo a la puerta. Esta vez era su amigo Albert Stewart, que afirmó estar muy preocupado por el temblor que había notado, sabía que algo no iba bien. Así pues, subieron nuevamente a cubierta dónde se encontraron con un pequeño grupo de personas, también de primera clase. Efectivamente algo malo pasaba. Entre aquellas personas se encontraba John Jacob Astor, el hombre más rico del barco. El capitán del navío, John Smith les dijo en voz baja que se colocaran los chalecos salvavidas. Ninguno de los allí presentes imaginaba lo que estaban a punto de presenciar.
Viendo que la situación se agravaba y la tripulación empezaba a manipular los botes salvavidas, Helen quiso ir de nuevo a su camarote a por su manguito para proteger sus manos del frío, pues la temperatura era bastante baja en aquellas gélidas aguas. Desafortunadamente la joven tomó la triste decisión de dejar a Freu Freu. Aunque no sabia exactamente lo que iba a pasar, con gran pesar entendió que seria mal visto que un perro se salvara antes que una persona.
Dick y Helen subieron al primer bote que se arrió, el número 7, a las 12’45 horas. En aquel momento la tripulación aún permitía que los hombres subieran a los botes. En aquellos momentos todavía no había ninguna sensación de alarma. Bajaron el bote y los Bishop, junto a otras parejas remaron para alejarse del barco.
Los minutos pasaban, y poco a poco el ruido en cubierta se fue volviendo ensordecedor. Procedía del vapor de los motores que empezaban a explotar a causa del la presión del agua.
Helen quiso calmar los ánimos en el bote y para ello contó una historia a los otros pasajeros: Argumentó que durante su estancia en Egipto, una adivina le había dicho que sobreviviría a un naufragio, a un terremoto y que un accidente de automóvil acabaría con su vida. De manera que agregó: “tenemos que ser rescatados para que el resto de la profecía se haga realidad”.
Lo curioso de la historia es que, durante unas vacaciones en California, la pareja fue sacudida por un terremoto. El 15 de noviembre de 1913, Helen y Dick volvían a Dowagiac desde Kalamazoo (Michigan) y su automóvil se salió de la carretera chocando contra un árbol.
Helen sufrió una fractura en el cráneo y se temió por su vida. Dick sufrió heridas leves. Los médicos probaron con Helen una nueva técnica que consistía en colocar una placa de acero para cubrir el área lesionada. La operación salió bien pero la condición mental de Helen se resintió, lo que con el tiempo hizo que el matrimonio acabara divorciándose en marzo de 1916. Helen obtuvo el divorcio y 100.000 dólares de pensión alimentaria. Dos meses más tarde la joven visitó a unos amigos de Illinois, donde sufrió una caída que acabó con su vida.
Dickinson por su parte volvió a casarse de nuevo, esta vez con Sydney Boyce dos días antes de la muerte de Helen. Paradojas de la vida, el anuncio de ambos acontecimientos aparecieron en la primera página del Dwagiac Daily News el mismo día.
Bishop sirvió en el ejército durante la Primera Guerra Mundial y permaneció casado con Sydney hasta la muerte de esta, en 1950. El matrimonio tuvo dos hijos: Dickinson Bishop Jr. Y John Wislow Bishop. Dick murió de un derrame cerebral el 16 de febrero de 1961.
*Podéis conocer a otros pasajeros del Titanic desde los siguientes enlaces: #1,#2,#3,#4,#5,#6,#7 y 8#.