Isabel II: Dios salve a la reina
Hoy es un día muy triste para mucha gente en el mundo, en especial para los ingleses y también para mí. La Reina Isabel II de Inglaterra, por la que siempre he sentido una gran admiración, nos ha dejado. Lo ha hecho en su palacio de Balmoral, en Escocia.
Hoy mi intención no es contaros los hechos más relevantes de su vida, como tengo por costumbre hacer sino, hacerle un humilde pero gran sentido homenaje. A lo largo de toda mi existencia, ella ha estado allí, pero ya no está. La vida de esa figura inquebrantable siempre recta y perfecta se ha hecho leyenda después de 70 años de reinado hasta el fin de sus días.
De su gran labor como monarca desde los 25 años nos quedamos con esa gran capacidad de mantener la estabilidad y ser una persona completamente entregada a lo que, por nacimiento, y por circunstancias de la visa, fue su deber.
No pude evitar soltar algunas lagrimas cuando ayer me enteré de la noticia de su muerte en las noticias. Pero todo en esta vida tiene un principio y un final, y ahora la reina descansa en paz.
Me parece muy bonito recordar algunas curiosidades sobre ella, Isabel Alejandra María de Windsor:
Como aprendió a conducir
Cuando Isabel tenia 16 años, tomó la decisión de alistarse en una división de las fuerzas armadas femeninas para prestar ayuda durante la Segunda Guerra Mundial. Le costó convencer a su padre, pero finalmente este aceptó e Isabel ingresó en el Servicio Territorial Auxiliar, una rama del ejercito formada por mujeres. Esas mujeres eran conductoras de camiones y ambulancias de la Royal Army, operadoras de radio u operadoras de focos entre otras ocupaciones. Allí Isabel aprendió a cambiar ruedas, desmontar motores y reconstruirlos, y a conducir ambulancias y otros tipos de vehículos.
Cuando sus padres la visitaron en su lugar de trabajo quedaron espantados al ver la grasa acumulada en sus uñas, pero rápidamente vieron la felicidad de Isabel al mancharse las manos por una causa tan altruista. Logró alcanzar el rango de subteniente en tan solo cinco meses sin recibir ningún trato especial por ser de origen noble más que volver cada noche a dormir a su lugar de residencia, el palacio de Windsor.
Desde entonces, la reina siempre fue una gran aficionada a la conducción. Se sabe que una vez se escabulló del Palacio de Buckingham con su hermana en coche para celebrar entre la multitud el final de la Segunda Guerra Mundial. Al parecer nadie las reconoció.
Isabel contaba con una gran flota de vehículos a lo largo de su vida, le encantaban. En su colección hay Bentleys, Jaguars y, por supuesto, Land Rovers, sus favoritos. Le gustaba la velocidad, y quien la conocía, bien lo sabía.
Su amor por los animales
A los 18 años, Isabel recibió de su padre, el rey Jorge VI, un regalo muy especial: Una perrita de la raza Colgi llamada Susan. Isabel siempre fue una gran amante de los animales, sobretodo de los perros y los caballos.
Susan es, según dicen, la primera de una larga saga de unos 30 perros. La perra falleció en 1959, tras 15 años acompañando fielmente a Isabel (incluso durante su luna de miel) y cuenta con una lápida conmemorativa en Sandringham, una de las propiedades de la Corona. Isabel disfrutaba mucho de la compañía de sus perros, y sufría enormemente sus pérdidas.
Los 30 perros Colgi que tubo la familia fueron siempre fieles compañeros, excepto un, que tubo que recibir terapia psicológica, pues tenia la fea costumbre de intentar morder a los ayudas de cámara. En 2018, cuando el ultimo descendiente de Susan, Willow, murió, la reina decidió no tener ninguno más pues no quería que ninguno de ellos la sobreviviese. No obstante, no fue así. El príncipe Andrés le regaló a su madre dos cachorros de cocker spaniel poco antes del fallecimiento de Felipe de Edimburgo. Estos perros acompañaron a Isabel en su duelo, durante sus paseos por los jardines de Balmoral y los meses de confinamiento.
Finalmente, los últimos perros que han acompañado a la monarca han sido un corgy y un dorgi, llamados Fergus y Muik. La reina siempre escogía los nombres en recuerdo a personas que han tenido relevancia en la vida de la reina. Fergus, en recuerdo a su tío materno y Muik por un lago de Escocia, cercano a Balmoral.
Más de cinco mil sombreros
Los atuendos de la reina siempre han sido el signo supremo de su marca personal. La monarca siempre ha tenido unas preferencias muy concretas y siempre ha estado asesorada por Angela Kelly, modista y estilista además de ayuda de cámara durante décadas.
Pero si hay dos elementos fundamentales en sus atuendos, estos son, sin duda, el sombrero y el bolso. Los bolsos de la reina son de la marca Launer, a la que siempre ha sido fiel desde 1981, cuando Sam Launer le envió un bolso a juego con sus zapatos de Rayne. La reina compró más de 200 bolsos de esta firma. El precio de estos bolsos ronda los 2.000 euros. Launer obtuvo el sello de confianza que la reina concede a las tiendas de las que es clienta habitual. Si estilo es sencillo, sobrio, elegante y muy inglés.
En cuanto a los sombreros, la reina lució más de 5.000 modelos. Se convirtieron en un elemento más de su “uniforme de trabajo”. El diseñador estos sombreros es el británico Philip Somerville, diseñador favorito de la Reina y creador de los sombreros que lució Lady Di a finales del siglo XX.
Otros accesorios a los que la Reina siempre ha sido fiel son, por un lado, su firma de zapatos de la firma Anello & Davide o, por otro lado, las míticas chaquetas Barbour (que ya hemos mencionado anteriormente en ladyalmina.com) para sus estancias en el campo.
Y podríamos estar horas mencionando detalles interesantes de la vida de esta gran mujer. Sin duda será recordada con nostalgia y admiración. Hasta siempre majestad.