Esenciales #1: Barbour
Esta es la primera aportación de la nueva sección que hoy estrenamos en el blog. La he titulado Esenciales, y aquí encontraréis prendas y objetos con grandes dosis de tradición, objetos clásicos o incluso novedades que se han vuelto un must para todos aquellos que se autodenominan clásicos y tradicionales. Deseo de veras que os guste y ya sabéis que podéis hacer todas las sugerencias que queráis abajo en los comentarios o a través de mi Instagram
¿Y que prenda es la encargada de estrenar esta sección? ¡Las chaquetas Barbour! Pero ¿Sabemos de donde procede esta marca? Seguid leyendo y lo sabréis.
Corría el año 1844 cuando una pequeña empresa familiar inglesa empezó a fabricar prendas impermeables para pescadores, cazadores y agentes de campo. No iban a la moda, pero tampoco les hacia falta, pues solo buscaban versatilidad. Pero todo esto cambiaria un siglo y medio más tarde…
Actualmente Barbour representa la quinta esencia de la vida de la campiña inglesa, que podríamos colocar en un pedestal al lado de las botas Hunter. Se dice de Barbour, que es una prenda que nunca debería estar nueva. Si se estropea, se repara, ya que solo el lujo merece la pena ser reparado.
La clásica chaqueta Barbour es una prenda de abrigo de color verde oscuro encerada que repele la lluvia. No obstante, existen varios modelos de Barbour con diferentes alargadas y otros detalles de diseño como el Beaufort (pensado para la caza) o el Border (pensada para gente más alta y para llevar encima de la americana).
La responsable de este diseño es Margaret Barbour, quien las diseñó en los años 80, siendo el Beaufort el diseño más popular. Tiene capucha extraíble, bolsillo plano, cuello de pana, cierre con cremallera, bolsillos forrados para calentar las manos y otro bolsillo interior para guardar accesorios de caza o incluso el periódico. Esta chaqueta es perfecta tanto para hombres, mujeres, ancianos o niños. Algo que hay que recordar es que las chaquetas Barbour no se lavan, se enceran.
«las Barbour no se lavan, se enceran»
Pero volvamos al punto de inicio de Barbour. La marca nació en South Shields, un pueblo pequeño del nordeste de Inglaterra, verde y lluvioso. John Barbour abrió una pequeña tienda en el número 5 de Market Place. Fabricaban abrigos encerados (repelían el agua) enfocados principalmente, como os decía al principio del post, a pescadores, navegantes, conductores y cazadores. Ese era su principal público, y en la tienda, le iba bien.
Uno de los hijos de John vio futuro en aquel negocio y empezó a vender chaquetas por catálogo y así, la pequeña empresa prosperó. En 1917 en 75% del negocio se hacía por catálogo hasta lugares tan lejanos como Chile.
John Barbour y sus hijos siguieron centrados en el negocio, y en 1934, Duncan Barbour, el que fue un conocido motero de la época, lanzó su primera línea de chaquetas para motoristas, las llamadas Barbour international. Steve McQueen solía usarlas en sus carreras.
Por otro lado, la familia real británica lleva generaciones siendo cliente de Barbour, tal es así que, en 1974, el príncipe de Edimburgo le otorgó el honor de Proveedor de la casa real británica.
La mismísima reina de Inglaterra las ha lucido muchas veces con pañuelo en la cabeza, con toda la naturalidad del mundo, durante sus paseos por Westminster. Y hablando de la reina, en la serie The Crown (que podéis ver en Netflix) ya hemos visto alguna chaqueta Barbour en más de un personaje, ¡y esperamos ver más!
En la década de los años 80, las llamadas Sloae Rangers, las niñas bien de la época, empezaron a lucirlas por las calles de Chelsea, entre ellas estaba una jovencísima Diana Spencer (la futura princesa Diana), quien le dio un toque más urbano. Poco a poco, la joven se popularizó y empezó a aparecer en las revistas del corazón, por lo que los dueños de Barbour se frotaron las manos. Los duques de Westminster también suelen lucir sus Barbour cuando la ocasión lo requiere.
En resumen, hoy en día asociamos la marca Barbour a la vestimenta clásica. Y para poner la guinda al pastel, James Bond vistió su Barbour en Skyfall. No hace falta decir nada más. Barbour sigue siendo una empresa familiar que actualmente también tiene una sección para perros.
De entre todo nos quedamos con esta famosa frase que todo aquel cliente de Barbour debe recordar: “Una Barbour no se lava, se encera”